La enseñanza no produce aprendizaje, como tampoco la horticultura produce plantas. El aprendizaje y el desarrollo tienen lugar espontáneamente, no se les puede forzar; lo único que se puede hacer es ayudar a que se produzcan más fácil y económicamente, pero no se puede conseguir que tengan lugar. Un jardinero no puede «conseguir» que agarre un injerto; un especialista del corazón tampoco puede «conseguir» que el cuerpo acepte el transplante, ni un profesor que el alumno asimile nuevos conocimientos y habilidades. La enseñanza no es como la carpintería, en el sentido de que el carpintero puede hacer la ensambladura que desea con la única limitación de su habilidad e ingenio y de que trabaja con materiales muertos, lo que le permite establecer conexiones entre ellos y unirlos. Pero el cirujano, el jardinero y el profesor trabajan con materiales vivos y las conexiones en el mundo de los seres vivos se desarrollan de modo orgánico, no se pueden unir mecánicamente. No basta con poner el esqueje en la tierra: tiene que echar raíces, igual que el conocimiento. Si los profesores no comprenden que enseñar es como hacer un injerto y que hacerlo es un proceso lento y sutil, que requiere preocuparse mucho de la planta y que no se puede forzar, la enseñanza se transformará en un «injerto difícil» que necesitará muchos esfuerzos y que servirá para atribuir culpas de modo erróneo. Esta es la primera idea, y la más importante que hay que tener sobre la enseñanza.
jjc
... (ver texto completo)