El yacimiento arqueológico del castro Dehesa de la Oliva, de origen prerromano, sus pobladores vieron transformados sus modos de vida y
costumbres con la conquista
romana, y convertido su castro en una ciudad planificada dotada de
calles, infraestructuras hidráulicas y
edificios públicos. Tras su abandono como lugar residencial, la cumbre del
monte fue utilizada como necrópolis entre los siglos V y VI dc.