Cuando tenía veintiún años
oí a un sabio decir:
Regala coronas, euros, libras,
pero nunca tu corazón.
Regala perlas y rubíes, pero
mantén en libertad tus fantasías.
Tenía veintiún años
y era inútil aconsejarme.
Cuando tenía veintiún años
lo oí decir otra vez:
El corazón fuera del pecho
nunca se entrega en vano,
Se paga con abundantes suspiros,
con infinitos lamentos.
Ahora que tengo muchos mas años,
Y, oh, es verdad, es verdad.
Creo haber perdido
la memoria de los siglos;
sólo conservo alientos
de papiros añejos.
Y tengo la nostalgia de mí mismo
de cuanto sabios eran aquellos consejos.
JJC
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