En tu soledad doliente
Recuerdas aquellos días
Venturosos, apacibles,
De tu niñez, recogida
En el hogar del Señor,
Los ángeles te servían,
Meditabas y rezabas
Y la púrpura cosías.
Luego el Espíritu Santo
Hizo en ti la maravilla
De formar al niño-Dios
En tus entrañas benditas.
Recuerdas cuando en Belén
Gozaba con tus caricias,
Le adoraban los pastores,
Y los reyes, que venían
De unos lejanos países
Trayendo oro, incienso y mirra.
Pero muy pronto empezaron
Persecuciones y huidas,
Tu temor a no ejercer
Bien la misión recibida,
Desde el suceso angustioso,
En la Pascua israelita,
Cuando no hallaste a tu hijo
Viajando en la comitiva,
Y el abrazo emocionante
De su humana despedida.
¡Cuántos recuerdos conservas
Como un tesoro, María!
Recuerdas aquellos días
Venturosos, apacibles,
De tu niñez, recogida
En el hogar del Señor,
Los ángeles te servían,
Meditabas y rezabas
Y la púrpura cosías.
Luego el Espíritu Santo
Hizo en ti la maravilla
De formar al niño-Dios
En tus entrañas benditas.
Recuerdas cuando en Belén
Gozaba con tus caricias,
Le adoraban los pastores,
Y los reyes, que venían
De unos lejanos países
Trayendo oro, incienso y mirra.
Pero muy pronto empezaron
Persecuciones y huidas,
Tu temor a no ejercer
Bien la misión recibida,
Desde el suceso angustioso,
En la Pascua israelita,
Cuando no hallaste a tu hijo
Viajando en la comitiva,
Y el abrazo emocionante
De su humana despedida.
¡Cuántos recuerdos conservas
Como un tesoro, María!