Tú, como las buenas madres,
Sabes, desde tu retiro,
Lo que ocultan, lo que callan
De los pasos de tu hijo:
Las curaciones en sábado,
Sembradoras de conflictos
Entre fieles seguidores
De los preceptos rabínicos;
La amistad con Magdalena,
Pecadora en un prostíbulo,
Y con la samaritana,
Oriunda de un pueblo impío,
A la que se reveló
Como el Hijo del Altísimo;
La predicción de la guerra
De los padres con los hijos;
La destrucción del amado
Templo del pueblo judío,
Que en tres días, solamente,
Volvería a construirlo,
Y para Jerusalén
Anunció el mayor castigo.
Sabes las acusaciones
Lanzadas contra tu hijo,
Y lees los Libros Santos,
Buscas el sutil resquicio
Por donde pueda escapar
De ser un reo, un convicto
¡Ay, Virgen de los dolores!,
Tu sufrimiento es continuo.
Sabes, desde tu retiro,
Lo que ocultan, lo que callan
De los pasos de tu hijo:
Las curaciones en sábado,
Sembradoras de conflictos
Entre fieles seguidores
De los preceptos rabínicos;
La amistad con Magdalena,
Pecadora en un prostíbulo,
Y con la samaritana,
Oriunda de un pueblo impío,
A la que se reveló
Como el Hijo del Altísimo;
La predicción de la guerra
De los padres con los hijos;
La destrucción del amado
Templo del pueblo judío,
Que en tres días, solamente,
Volvería a construirlo,
Y para Jerusalén
Anunció el mayor castigo.
Sabes las acusaciones
Lanzadas contra tu hijo,
Y lees los Libros Santos,
Buscas el sutil resquicio
Por donde pueda escapar
De ser un reo, un convicto
¡Ay, Virgen de los dolores!,
Tu sufrimiento es continuo.