La devastación de la Guerra Civil
Brunete fue el lugar elegido para realizar una de los ataques republicanos más ambiciosos de la Guerra Civil, tras haber caído Bilbao en junio de 1937. Un mes después, los militares decidieron establecer en la comarca donde se ubica Quijorna parte del ariete ofensivo contra los insurgentes del bando nacional, ya que el área estaba lo suficientemente cerca como para trasladar tropas rápidamente desde Madrid, donde los republicanos estaban realizando una insistente defensa de la ciudad.
Aunque en un principio obtuvieron resultados, a la larga, sólo consiguieron retrasar una inevitable derrota. Quijorna, perteneciente a los nacionales, fue la posición de batalla de Brunete en la que más duró la lucha. Los heridos fueron atendidos en la iglesia, mientras que algunos ancianos, mujeres y niños comenzaron el abandono de la población.
Cuando la defensa de Quijorna era ya imposible, la población fue evacuada y los republicanos tomaron el municipio. Al terminar la guerra, algunos vecinos regresaron a su pueblo de procedencia: el resultado fue una localidad totalmente arrasada. Excepto la iglesia, todo eran ruinas y edificios humeantes.
Pasados unos años, el pueblo comenzó a levantar el vuelo: los campos empezaron a allanarse para el cultivo y las viviendas que fueron devastadas iniciaron un lento, pero seguro, proceso de reconstrucción.
Brunete fue el lugar elegido para realizar una de los ataques republicanos más ambiciosos de la Guerra Civil, tras haber caído Bilbao en junio de 1937. Un mes después, los militares decidieron establecer en la comarca donde se ubica Quijorna parte del ariete ofensivo contra los insurgentes del bando nacional, ya que el área estaba lo suficientemente cerca como para trasladar tropas rápidamente desde Madrid, donde los republicanos estaban realizando una insistente defensa de la ciudad.
Aunque en un principio obtuvieron resultados, a la larga, sólo consiguieron retrasar una inevitable derrota. Quijorna, perteneciente a los nacionales, fue la posición de batalla de Brunete en la que más duró la lucha. Los heridos fueron atendidos en la iglesia, mientras que algunos ancianos, mujeres y niños comenzaron el abandono de la población.
Cuando la defensa de Quijorna era ya imposible, la población fue evacuada y los republicanos tomaron el municipio. Al terminar la guerra, algunos vecinos regresaron a su pueblo de procedencia: el resultado fue una localidad totalmente arrasada. Excepto la iglesia, todo eran ruinas y edificios humeantes.
Pasados unos años, el pueblo comenzó a levantar el vuelo: los campos empezaron a allanarse para el cultivo y las viviendas que fueron devastadas iniciaron un lento, pero seguro, proceso de reconstrucción.