LAS SIETE ESTRELLAS
Era una noche de verano y una preciosa mujer estaba tumbada en la playa observando las estrellas. Pensaba que era la más bonita que jamás había visto, en esto apareció una pequeña hada y le preguntó si no se había visto ella misma. Ella le respondió que le gustaría ser como las estrellas, entonces, el hada le invitó a visitarlas y hablar con ellas.
Pasearon por el universo y a lo lejos observó una fila de siete estrellas que llamó su atención. Cada una con una luminiscencia diferente. La primera era rojiza, se acerco a ella, enviando su brillo y su color y la estrella le dijo que para conseguirlo sólo tenía que reconocer que todo proviene de la fuerza divina: el dinero, la casa, las tierras…. Y dar gracias por ello.
Ya tenía la luz rojiza.
Se despidió y fue a visitar la estrella naranja y , al llegar allí, ésta la dijo: debes reconocer tu belleza y dar gracias por tu sexualidad y disfrutar de ella.
Tenía la luz Naranja.
Se fue hasta la estrella amarilla y allí aprendió que los sentimientos y las emociones son maravillosas y que hay que expresarlos, disfrutarlos y , también, aceptarlos.
Tenía la luz amarilla.
Caminó hacia la estrella rosa y allí descubrió que tenía que aprender a amarse a si misma y, cuando estuviera preparada, amar a los demás.
Tenía la luz rosa.
Siguió hasta la estrella azul turquesa y está le dijo que tenía que aprender a comunicarse, a decir lo que pensaba y sentía y , con su palabra, ayudar y asesorar a los demás.
Tenía la luz índigo.
Se acercó a la última, la violeta, y en ella aprendió que todos somos reflejos de Dios y como tales, poseemos toda la sabiduría y toda la bellaza.
Al coger la luz violeta, las siete luces se fundieron en una única luz.
Se convirtió en una estrella, que brillo como ninguna otra.
Entonces dio las gracias a las estrellas, al universo y a su amiga el hada y volvió a su pequeño planeta para servir de estrella a otras muchas que no habían sabido reconocerse como tales.
“GANAR EL CIELO ES BIEN SENCILLO BASTA CON OBSERVARLO”.
Era una noche de verano y una preciosa mujer estaba tumbada en la playa observando las estrellas. Pensaba que era la más bonita que jamás había visto, en esto apareció una pequeña hada y le preguntó si no se había visto ella misma. Ella le respondió que le gustaría ser como las estrellas, entonces, el hada le invitó a visitarlas y hablar con ellas.
Pasearon por el universo y a lo lejos observó una fila de siete estrellas que llamó su atención. Cada una con una luminiscencia diferente. La primera era rojiza, se acerco a ella, enviando su brillo y su color y la estrella le dijo que para conseguirlo sólo tenía que reconocer que todo proviene de la fuerza divina: el dinero, la casa, las tierras…. Y dar gracias por ello.
Ya tenía la luz rojiza.
Se despidió y fue a visitar la estrella naranja y , al llegar allí, ésta la dijo: debes reconocer tu belleza y dar gracias por tu sexualidad y disfrutar de ella.
Tenía la luz Naranja.
Se fue hasta la estrella amarilla y allí aprendió que los sentimientos y las emociones son maravillosas y que hay que expresarlos, disfrutarlos y , también, aceptarlos.
Tenía la luz amarilla.
Caminó hacia la estrella rosa y allí descubrió que tenía que aprender a amarse a si misma y, cuando estuviera preparada, amar a los demás.
Tenía la luz rosa.
Siguió hasta la estrella azul turquesa y está le dijo que tenía que aprender a comunicarse, a decir lo que pensaba y sentía y , con su palabra, ayudar y asesorar a los demás.
Tenía la luz índigo.
Se acercó a la última, la violeta, y en ella aprendió que todos somos reflejos de Dios y como tales, poseemos toda la sabiduría y toda la bellaza.
Al coger la luz violeta, las siete luces se fundieron en una única luz.
Se convirtió en una estrella, que brillo como ninguna otra.
Entonces dio las gracias a las estrellas, al universo y a su amiga el hada y volvió a su pequeño planeta para servir de estrella a otras muchas que no habían sabido reconocerse como tales.
“GANAR EL CIELO ES BIEN SENCILLO BASTA CON OBSERVARLO”.