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TORRELODONES: AQUELLA TORMENTA NOCTURNA...

AQUELLA TORMENTA NOCTURNA
Aquella terrible tormenta de las tres de la madrugada, saliendo de la ciudad de Madrid, era tormenta visualizada, Por La Cuesta de las Perdices, las nubes se divisaban, y la lluvia tormentosa muy deprisa descargaba. Autovía peligrosa, cunetas casi llenadas, el agua siempre corriendo, la carretera cruzaba. Rayos dejando su fuerza, entre luces marginadas, el agua como un torrente corriendo por las calzadas. Un matrimonio impotente ante la cruel granizada, el automóvil patina y es peligrosa la marcha, con poca velocidad todos los coches andaban, y pasando de La Rozas, la tormenta no paraba. La angustia la llevan dentro, acuden a una llamada, que les dice sin reparos, que la muerte no descansa. En la noche tenebrosa la lluvia sigue aferrada, los parabrisas muy locos ven su marcha dislocada. Viendo así Torrelodones, los rayos temen y espantan, y se notan las razones donde la tormenta pasa. Pasando por Parquelagos, la tormenta un poco amansa, y llegan hasta la sierra con la lluvia más templada. Una vez pasado el Túnel, la tormenta no se amansa, se aproxima con descaro y la lluvia no es la farsa. Viene con fuerza el granizo queriendo seguir su racha, es un ambiente plomizo que aminora cualquier marcha. La carretera desierta, y el agua de lado a lado. Aquella noche despierta al más duro jubilado. El coche va retemblando del sonido del granizo, el agua sigue marcando como si fuera plomizo. El drama camina dentro, una voz deja un prefijo, les llaman del tanatorio, no detectan si es su hijo. La tormenta de la noche va recorriendo camino, ellos la lanzan reproche mientras llegan al destino. La tormenta no se para, el granizo sigue vivo, la alborada se ve rara sin comprender el motivo. El matrimonio pensando en el drama tan sentido, la noche se fue pasando sin ver su rumbo perdido. Cuando llegan a su pueblo, la tormenta no se ha ido, el drama deja su credo con el corazón herido. La guadaña de la muerte fue siguiendo su camino, y les quiso dejar suerte para no cambiar su signo. Rayos truenos y granizos, la madrugada marcando aquellos cielos plomizos, que siguieron machacando. Cuando bajaron del coche entre grandiosa tormenta, temieron hacer reproche al ver que todo se aumenta. La soledad de la noche, que se llena de conciencia, que nadie la pone broche ni conocemos su ciencia. Aquella noche de drama con rayos que te atormentan, nunca pueden darte calma y casi siempre lamentas. G X Cantalapiedra.