En el interior no creo que haya chapuzas. La mayor chapuza fue el derribo de la
espadaña de las
cigüeñas, todo para que el señor arquitecto pusiese su notita personal en la obra, y para colmo tenemos que aguantar una plaquita con su nombre en la
puerta de la
calle. Lo peor fue cómo se consintió aquello. Pero claro, no sabemos nada porque a los del
pueblo no se nos informó de nada nunca ni se nos pidio opinion. Un cero y un cogotazo para el arquitecto, la consejería y los que no supieron oponerse
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