El primitivo emplazamiento de ésta población murciana se sitúa por los historiadores al Este del actual núcleo poblacional, quedando patente su origen
romano a tenor de la gran cantidad de restos de carácter funerario,
ruinas de pequeños
acueductos,
estatuas, ánforas, monedas etc, que de ésta civilización se han ido hallando en la zona.
Posteriormente, con la llegada de los árabes, se desplazó su ubicación, debiéndose el nombre que actualmente conocemos al lenguaje traído por los musulmanes, incrementándose por estos pobladores la riqueza agrícola al realizar importantes obras de canalización de las
aguas destinadas al riego de estas tierras.
Ya en los primeros documentos en los que se hace referencia al reparto de tierras realizado tras la reconquista de
Murcia, se mencionan las “Cinco
Alquerías”. Concretamente el Rey Alfonso X cambió 10000 monedas de oro, que había concedido por privilegio dado en
Sevilla el 1 de marzo de 1250 al obispado, por las tierras de las citadas “Cinco Alquerías”, aunque, posteriormente, en el año 1272, se produjo otro trueque real, estas tierras les serán cambiadas al obispado por 300 alfabas de tierra de la zona de Aljucer. Finalmente un nuevo reparto hizo que pasase a manos de diversos señores, siendo inicialmente de los Castillas, - concretamente se menciona que el primer señor de Cinco Alquerías fue Doña Juana de Castilla y Zúñiga, casada con Juan Vázquez, luego de los Vázquez y mas tarde de los Molinas.
Alquerías alcanzó una gran importancia debido a su situación geográfica, por cuanto se asentaba en territorio fronterizo entre los dos reinos, especialmente con motivo de las luchas contra los oriolanos que defendían al Infante D. Fernando. Es en este lugar donde en 1329 se hizo el pleito
homenaje de que habla Zurita. Su
iglesia y su
parroquia ya eran muy conocidas, siendo reconocida en 1365 por Martín López de
Córdoba, camarero de Pedro I, la gran labor que se llevaba a cabo en la iglesia de
Santa María de ésta población. En el citado templo se conserva una imagen de la
Virgen que es datada hacia finales del s. XIII o principios del XIV.
Hacia 1713, y según la Relación de la jurisdicción que comprende el Corregimiento de la Ciudad de Murcia, se incluye como
Caserío de la
huerta a “Zinco Alquerías”, indicándose que pertenecía como mayorazgo a D. Francisco Molina, Caballero de Santiago. Poco tiempo después, en 1737, se constatará la existencia de mas de 150
casas, conformándose como ayuda de parroquia de la de
Beniaján. No obstante la importancia que iba adquiriendo esta población, por motivos simplemente administrativos, en 1772 se mantenía como aneja a la citada parroquia de Beniaján. Será en el año 1787 cuando logrará tener parroquia propia, teniéndose constancia de que hacia 1797 tenía una población de 329 vecinos, es decir, unos 1480 habitantes.
A mediados del s. XIX alcanzará una población de 378 vecinos (en torno a unos 1516 habitantes), que se dedicaban a la
agricultura y a la
ganadería, produciéndose cebada, trigo y mucho lino, teniéndose constancia de la existencia de algunos telares de lienzo.
En la actualidad cuenta con una población de 4.492 habitantes (Padrón 1996). De su población activa la gran mayoría se dedica al
comercio y la hostelería, seguidas por la industria manufacturera, agricultura, otros servicios y construcción. Mantiene su importancia en la producción agrícola, sustentada esencialmente en los frutales, pero a ella se ha unido un importante sector industrial que comercializa los productos agrícolas y ganaderos, así como otras industrias destinadas al mueble y a la construcción.