Cuando había entierro en el Campico todo el pueblo se engalanaba. El cura delante, detrás aparte del muerto la gente que venía de todos los pueblos. Caballos y burros perfectamente enjaetados quedaban atados en torno al atrio. Después del entierro se echaban el alboroque en la tienda de Francisco.
Un recuerdo a Angel de Almendricos. Tenían una balsa que en verano la aprovechamos para darnos un buen baño.
Había otra en casa de la tía Bartola y otra en Casete y en Manqueses.Cuando volvíamos al Campico estábamos otra vez para bañarnos.