La construcción de este templo se llevó a cabo entre finales del siglo XVII y 1710 en el arrabal de
San Roque, hoy la
calle del Carmen, y desempeñaba la función de
iglesia del
convento de San Joaquín, ocupado por la Orden de Carmelitas Descalzos. Llegado el siglo XIX el convento fue expropiado por la desamortización del presidente Juan Álvarez Mendizábal (1836) y vendido como propiedad privada, mientras que la iglesia permaneció en funcionamiento.
En 1887 la iglesia fue declarada
parroquia, y el 25 de julio de 1936 sufrió daños como parte del estallido de violencia anticlerical en las zonas controladas por el bando republicano al inicio de la Guerra Civil Española. En el saqueo e incendio se perdió la totalidad de obras de
arte de su interior, de forma que las que se exhiben actualmente son de imagineros de los años 1940 en adelante. La iglesia tiene una
fachada de dos cuerpos con un
frontón interrumpido por el
campanario, en la que llama la atención la mezcla de elementos clásicos y populares. El
pórtico forma un espacio de transición entre el exterior (a su vez separado de la calle propiamente dicha por una escalinata y una valla), y el interior del templo, que cuenta con una única nave con
capillas laterales y crucero cubierto por una
cúpula con cornisa ondulada de la que no hay muchos ejemplos en la
arquitectura barroca de la Región de
Murcia. A los pies de la nave se encuentra el
coro y, bajo él, el nártex cubierto con
bóvedas apoyadas en una arcada de cinco vanos que se abren al atrio, según el modelo madrileño típico de las construcciones carmelitas.