Con el final del imperio
romano se abre una época de decadencia de la que se tienen muy pocas noticias. De este período podemos destacar el paso de los vándalos por la ciudad, el dominio visigodo, interrumpido en el 555 por la tropas bizantinas del Emperador Justiniano que, en su intento de recuperar los territorios que pertenecieron al Imperio Romano de Occidente, tomaron la ciudad y la convirtieron en la capital de la provincia de Spania, que abarcaba parte del sureste peninsular, desde
Málaga hasta la propia
Cartagena. La ciudad caería nuevamente en poder de los visigodos tras ser conquistada y arrasada a principios del siglo VII. A partir de este momento, Cartagena desaparece prácticamente como ciudad.