La ciudad fue destruida tras su toma por los visigodos. Tras ello,
Cartagena entró en un periodo de decadencia que no fue revertido hasta bien entrada la edad moderna. A partir del S. XVI se potenció el papel
militar de Cartagena debido a la importancia estratégica de su
puerto, y en el S. XVIII se convirtió en capital del Departamento Marítimo del Mediterráneo. En el S. XIX, la ciudad fue incluida en la Región de
Murcia, desde 1833. Vivió las vicisitudes del sistema liberal español con episodios como la insurrección de 1844 o la famosa rebelión cantonal de 1873.