Otras y menos conocidas son las de considerarlo un templo
romano dedicado a Asklepio (Dios de la Salud), o el lugar para colocar la sirena que avisaba a la población de los bombardeos de la Guerra Civil. Fuera como fuese eso es
historia que leemos y conocemos, pero la realidad es otra y es esa que tú o yo vivimos y sentimos al pasar por cada centímetro de este mágico lugar. Nada más entrar, una alameda de majestuosos y frondosos
árboles nos recibe, creando un ambiente de aire puro y
naturaleza viva, pues no están solos, en sus pies reposa vegetación de diversas formas y
colores que van decorando, aromatizando y relajando nuestro
paseo antes de llegar a la
Torre vigía desde donde es posible observar el
puerto, el
faro, los
montes y la estela del
mar Mediterráneo.