Durante los años ochenta el
parque sufrió un alarmante deterioro,
reflejo de la profunda decadencia de su entorno urbano. De esta situación, salió tras las importantes obras de restauración efectuadas en los años 1993 y 1994, que sanearon los restos mejor conservados (pérgolas,
paseos, estanque) y rescataron algunas estructuras ocultas de la fortaleza, mientras se restauraban las ya visibles. Así mismo, los murales pintados sobre azulejos, obra de los pintores cartageneros Luzzy y Navarro, fueron restaurados por el hijo de este último, el pintor Carretero. Estos murales están situados en el
paseo con pérgola que va desde la
plaza del
mirador hasta el estanque de los patos. Como consecuencia de esta remodelación, se recupera el acceso original a la
torre del
homenaje, demoliéndose la gran escalinata levantada por Beltrí.