Todo este conjunto de
jardines,
plazas y el propio
Parque Torres cambiaron por completo la estética paisajística de una hasta entonces agreste
Cartagena, sus contornos serian delimitados con elementos arquitectónicos y decorativos de reminiscencias neoclásicas, recreados en la nostalgia barroca de los años veinte. Una propuesta, plena de mediterraneidad, en una expresión más del sentimiento esteticista y
artístico que en estas fechas se alía con la técnica urbanística y los numerosos arquitectos modernistas que desarrollan su actividad en Cartagena.