En un
paseo por la zona antigua, paralelo a la dársena del
puerto, el viajero podrá admirar la
muralla de Carlos III (el gran constructor de la ciudad), el
Museo Arqueológico Submarino, con sus
jardines adornados por el genuino submarino de Isaac Peral (1888), el
teatro romano, magníficamente acondicionado por el arquitecto Moneo, y el anfiteatro romano (siglo I). Estos dos
monumentos se ubican en opuestas laderas del
monte del
Castillo de la Concepción, que es, todo él, zona arqueológica, desfigurado de tanta ilustre
piedra como contiene.