En el borde superior del graderío del
teatro romano, en la parte más alta de la colina en que está excavado, aparece un extraño
edificio que puede desconcertar al turista poco avezado. La
historia de este
monumento es bastante compleja. Tras la reconquista cristiana de
Cartagena en el año 1245 se restituyó la diócesis y se construyó un templo catedralicio dedicado a
Santa María, de trazas correspondiente a un
románico muy tardío. Tras la conquista de
Murcia, acaecida pocos años después, el obispo de Cartagena se traslada a aquella ciudad, aunque conservándose el nombre de Diócesis de Cartagena.