A principios del siglo XVI se empieza a propagar un fenómeno que durante varios siglos amenazaría la seguridad de los pobladores de Cartagena y su término municipal: la piratería berberisca, al amparo de las autoridades otomanas del norte de África. Efectivamente, en 1502 se produce un primer desembarco en la costa cartagenera, en las Algamecas, que fue detenido por el alcaide del castillo de la Concepción en la rambla de Benipila, en las proximidades de la misma ciudad.