Durante el s. XVII, el
puerto de
Cartagena pierde importancia debido al auge de los
puertos atlánticos, en contacto con América. Una cierta recuperación se da durante el reinado de Carlos II, en el que el centro de la península comienza un lento declive en beneficio de la periferia. El 10 de agosto de 1683 se produjeron disturbios debido a la llegada a Cartagena de un grupo de 500 campesinos armados, que protestaban por la disparidad en el cobro de impuestos en la ciudad y los núcleos rurales.