Desde época
medieval, este paraje era conocido como
Campo de Albalat o de Balate y se mantenía la
tradición de que aquí había acaecido la milagrosa aparición del Niño Jesús. La
familia Botía, propietaria de la principal hacienda de Balate, sería la encargada de fundar una primera
ermita en el lugar. El templo del Niño se convirtió pronto en lugar de peregrinaciones de la comarca, edificándose en el siglo XVII la
iglesia actual y creciendo en su entorno una pequeña población ya bajo el nombre de
El Niño.
Tradicionalmente esta aldea ha sido lugar de parada para aquellos que recorrían la ruta
Murcia a Caravaca, ya que se encuentra a la mitad del trayecto y siempre contó con ventas y posadas para los viajeros.