Sobre la propiedad del
convento es difícil pronunciarse. Pero repasando un poco la
historia, vemos que en la segunda mitad del S. XVII la
familia Artero, al morir sin descendientes, dejan escrito en su testamento que su fortuna sirva para dar una dote a jóvenes huérfanas que se vayan a casar o que sirva para la fundación de un convento de frailes o monjas. En un principio, el dinero administrado por el concejo, se utilizó para el casamiento de jóvenes huérfanas. Pero el empeño e influencia de fray Pedro Botía, el vidente del Niño del Balate, consiguió para
Mula, como es sabido, la fundación del convento de la Regla de
Santa Clara. La fortuna de los Artero y otras donaciones del
pueblo, la
Casa Real y demás fieles serían el aval para este logro. El
monasterio se fundó en 1676 y en 1685 se terminaría la construcción del
edificio conventual junto a la
ermita de los Olmos, acogiendo a las primeras monjas fundadoras venidas desde Trujillo, siendo su primera abadesa Sor Mariana de Santa Clara. En el siguiente siglo se construiría la actual
iglesia, habiéndose restaurado el conjunto conventual en varias ocasiones con aportación de dinero público.