Traslado de la Sede Episcopal y conversión en
Catedral (1291)
Por orden de Sancho IV, a requerimiento del obispo y sin permiso del Papa, la sede se acabó trasladando a
Murcia por la supuesta inseguridad que presentaban las costas cartageneras en aquella época, unido a ser Murcia capital del "Reino" y tener aquí la
Iglesia la mayor parte de sus propiedades donadas por el Rey. Sin embargo, el decreto de traslado ordenaba el mantenimiento de carthaginensis como nombre de la diócesis.