Tal como refleja Merino en su “Geografía Histórica de
Murcia”, la conquista del reino murciano por los cristianos dio lugar a un cambio radical en el antiguo reino hudita, no solo en el aspecto geográfico sino también en el lingüístico, lo que llevó a un cambio total en la toponimia. Ello es consecuencia de la despreocupación de los nuevos conquistadores - castellanos y aragoneses - por aprender el árabe, lo que dio lugar a una desfiguración de las palabras usadas por los antiguos pobladores para designar los
pueblos y ciudades así como los accidentes geográficos, o, simplemente, se limitaron a dar a estos nombres nuevos . Solo se salvaron o los grandes centros de población o los pequeños
caseríos, que continuaban en manos de sus antiguos propietarios.
Después del repartimiento de tierras, fue muy normal que el nombre de los nuevos propietarios pasase a serlo de sus predios , y el de los señores el de los lugares o
castillos sobre los que mandaban. Este es el caso del origen del nombre de
Torreagüera, que proviene de “
Torre de Agüera” ó “Torre de Agüero”, como se denomina en otras ocasiones en diversos textos y citas.
Durante el periodo de tiempo que transcurre a partir de los Reyes Católicos y con el reinado en
España de la
Casa de los Austrias, son diferentes los documentos y noticias en las que se hace mención a la existencia de un
caserío de
huerta conocido como “Torre de Agüera”.
En el s. XVIII, mas concretamente en 1785, dentro de la distribución orgánico-administrativa del Reino de Murcia, se designa a “Torre Agüera” como un lugar de realengo con alcalde pedáneo.
En el Real Decreto de 21 de Abril de 1834, que determinó la subdivisión en las provincias de
juzgados de 1ª Instancia, dentro del partido de Murcia se incluye a Torreagüera y la diputación de “Ceneta”. A mediados de este siglo, y de acuerdo con la
información elaborada por Pascual Madoz, se constata que la pedanía está formada por varias
calles irregulares con
casas de un piso y de mediana construcción, contando con una
escuela servida por un maestro sin examinar, una
iglesia parroquial dedicada al
Santo Cristo del
Valle servida por un cura de entrada y que tenía por anejo el caserío de
Los Ramos, existiendo también un pequeño
cementerio. Se calculaba que había en la pedanía unas 4.811 tahullas cultivables, que producían trigo, maíz,
hortalizas y moreras, cuya hoja se destinaba a la cría del gusano de seda. En este periodo se registran 713 vecinos, o lo que es lo mismo, unas 1.634 almas.
Natural de ésta pedanía fue Antonio Gálvez Arce (1819-1898), conocido popularmente como “Antonete Gálvez”, personaje que participó muy activamente en la vida política y en los movimientos revolucionarios producidos en nuestro país a finales del s. XIX. Muy especialmente destacó su protagonismo en las corrientes federalistas que dieron lugar a la creación del denominado “Cantón murciano”.
La pedanía tuvo un proceso de crecimiento poblacional en las cuatro primeras décadas del presente siglo, tendencia ascendente que se vio interrumpida a partir de los años 50. Esta línea descendente se mantiene hasta 1960, año a partir del cual nuevamente se inicia un proceso de aumento en el número de residentes en la pedanía, hecho que queda de manifiesto en la renovación padronal de 1996, en donde se contabilizan 5.168 habitantes. La actividad predominante de su población activa es la
agricultura, en la que predominan los cítricos, seguida por los servicios, construcción y sector industrial, especialmente el destinado al transporte y exportación de productos hortofrutícolas, así como la fabricación de embutidos, secaderos de jamones y el sector relacionado con materiales de la construcción, mármoles y granitos.