Cada vez que el asno abre la boca es para pedir
comida, porque por si solo no es capaz ni de levantar el rabo, pues no son capaces de ver la viga en el ojo propio pero si la paja en el ojo ajeno. Acabáramos, intentan salvar sus buenos tiempos de bolsillos muy anchos, de ladrillos inflados, de cervezas con recompensa añadida, de seguidores engañados que no confundidos, creyendo que esta ignorancia les iba a hacer inmunes, invisibles a los ojos de la justicia. Por ello, saltan liebres bravuconas pero
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