El topónimo de la población corresponde a una de las
familias que tuvo posesiones importantes en la zona, la
familia Zarandona, que establecería un
caserío con terrenos de labor en la zona, probablemente a lo largo del siglo XVIII.
Entre el patrimonio que conserva destaca la
arquitectura de un
molino batanero fechado entre los siglos XII y XIII, siendo en sus comienzos una fortaleza construida por los conquistadores musulmanes. La localidad dispone de multitud de servicios públicos, recinto de
ferias, centro de la tercera edad, centro social y de la mujer, además de una oficina municipal para las gestiones que los vecinos necesiten llevar a cabo.
Celebra sus
fiestas patronales en honor de
San Félix Cantalicio,
santo patrón de la población desde el siglo XVII, por intercesión de frailes capuchinos.
Si en sus comienzos la localidad basó su economía en el sector agrícola, los años han hecho de ella una de las áreas de mayor producción textil de
Murcia, destacando la dedicación de este tipo de empresas en la confección de
trajes de novia y comulgantes.
El culto a San Félix de Cantalicio, y la imagen que la localidad conserva, atribuida a Bussy o a su taller, nos da noticias de la localidad en el siglo XVII y XVIII, cuando los hermanos capuchinos llevaron el culto al santo a Zarandona, del mismo modo que pedanías vecinas como Puebla de Soto o Santomera eran visitadas por mercedarios y dominicos.
La imagen de San Félix se salvó de la vorágine iconoclasta de 1936, siendo restaurada por el
escultor Sánchez Lozano, no lo hizo, sin embargo, la antigua
ermita de Zarandona, de la que solo quedan viejas imágenes que la sitúan por estilo y trazas a la época barroca dieciochesca.
Hasta 1960 Zarandona era conocida como un caserío que formaba parte de la pedanía de
Monteagudo, pero ya en los años setenta, con un considerable avance demográfico, pasaba a formar parte de Santiago y Zaraiche. Ya en 1971 pasaba a ser pedanía independiente con Alcalde Pedáneo.