Noticia tomada de El Correo de hoy 20 de abril: Hace unos pocos meses la localidad de Canillas de Río Tuerto, situada muy cerca del imponente Monasterio de Cañas, apenas era conocida más allá de por sus propios nativos, obviamente, y los habitantes de las poblaciones aledañas. Ahora, tras la recuperación de la Casa Palacio de los Manso de Zúñiga como sede del Centro de Investigación de la Lengua (Cilengua), parece como si de repente se hubiese empezado a materializar a los ojos de todos. La última aportación es un restaurante que acaba de comenzar su andadura de la mano del matrimonio formado por César Torrecilla y María Isabel Hermosilla.
'La Cueva del Chato' hace honor a la denominación que siempre ha tenido -desde hace más de un siglo- el inmueble cuyo principal uso fue el de bodega de la familia Torrecilla, depositarios del apodo que le presta el nombre. Se trata de un edificio construido de acuerdo a los parámetros de la arquitectura tradicional de la zona, donde la familia convertía las vides de sus viñedos en vino.
Los antecedentes
Como quiera que esas tareas, por razones de operatividad, se han ido poniendo en manos de las cooperativas -César Torrecilla lleva sus uvas a la de la cercana localidad de Alesanco-, y dado que, como confiesa, «siempre me ha gustado mucho la cocina y aquí no había nada», surgió la idea. Además, apunta, entre sus aficiones también está la de «restaurar muebles y utensilios antiguos».
Por todo ello, junto a su esposa, a la que no le es ajeno lo del trato con los turistas por razones de sus estudios de turismo, se puso manos a la obra y ahora se ven inmersos en el mundo de la gastronomía. Aunque él ya tiene suficiente con sus labores agrícolas, principalmente enfocadas a los cultivos vitícolas y cerealistas, sus ratos libres los ha ocupado acondicionando viejos aperos de la vitivinicultura que ahora ornamentan el local. Destaca la vieja prensa que tantas toneladas de uva estrujó para sacarles el máximo rendimiento vinícola.
Teniendo en cuenta que lo de la agricultura es algo vocacional, César está dispuesto a «aportar toda la información posible sobre los productos del campo de esta zona, en especial el vino, en el caso de que la gente que venga a comer o cenar así lo desee». Algo que, a su juicio, «no será difícil, porque a la mayor parte de la gente que viene por aquí le suele gustar que le cuenten cosas sobre el campo». Ella, por su parte, se ocupará de gestionar el restaurante, apoyada por los empleados contratados para la cocina y el servicio.
268.631 euros
El local, con unos 270 metros cuadrados, está dividido entre un calado tradicional, planta baja, primera planta y bajo cubierta. Además, cuenta con un espacioso patio que podrá ser utilizado como terraza y que dispone de juegos para entretener a la gente menuda. Para cubrir los 268.631 euros del gasto han contado con la ayuda del Centro Europeo de Información y Promoción del Medio Rural (CEIP) y la iniciativa comunitaria Leader+, que ha aportado un total de 67.157 euros.
'La Cueva del Chato' hace honor a la denominación que siempre ha tenido -desde hace más de un siglo- el inmueble cuyo principal uso fue el de bodega de la familia Torrecilla, depositarios del apodo que le presta el nombre. Se trata de un edificio construido de acuerdo a los parámetros de la arquitectura tradicional de la zona, donde la familia convertía las vides de sus viñedos en vino.
Los antecedentes
Como quiera que esas tareas, por razones de operatividad, se han ido poniendo en manos de las cooperativas -César Torrecilla lleva sus uvas a la de la cercana localidad de Alesanco-, y dado que, como confiesa, «siempre me ha gustado mucho la cocina y aquí no había nada», surgió la idea. Además, apunta, entre sus aficiones también está la de «restaurar muebles y utensilios antiguos».
Por todo ello, junto a su esposa, a la que no le es ajeno lo del trato con los turistas por razones de sus estudios de turismo, se puso manos a la obra y ahora se ven inmersos en el mundo de la gastronomía. Aunque él ya tiene suficiente con sus labores agrícolas, principalmente enfocadas a los cultivos vitícolas y cerealistas, sus ratos libres los ha ocupado acondicionando viejos aperos de la vitivinicultura que ahora ornamentan el local. Destaca la vieja prensa que tantas toneladas de uva estrujó para sacarles el máximo rendimiento vinícola.
Teniendo en cuenta que lo de la agricultura es algo vocacional, César está dispuesto a «aportar toda la información posible sobre los productos del campo de esta zona, en especial el vino, en el caso de que la gente que venga a comer o cenar así lo desee». Algo que, a su juicio, «no será difícil, porque a la mayor parte de la gente que viene por aquí le suele gustar que le cuenten cosas sobre el campo». Ella, por su parte, se ocupará de gestionar el restaurante, apoyada por los empleados contratados para la cocina y el servicio.
268.631 euros
El local, con unos 270 metros cuadrados, está dividido entre un calado tradicional, planta baja, primera planta y bajo cubierta. Además, cuenta con un espacioso patio que podrá ser utilizado como terraza y que dispone de juegos para entretener a la gente menuda. Para cubrir los 268.631 euros del gasto han contado con la ayuda del Centro Europeo de Información y Promoción del Medio Rural (CEIP) y la iniciativa comunitaria Leader+, que ha aportado un total de 67.157 euros.