Cuando la juerga tiene nombre de
bodega,
no hay verguenza, ni reparo.
La virtud se escancia del jarro,
saciando la sed de alegría.
La
amistad queda alimentada,
comiendo de una tartera vacía.
Nacho.
Para todos aquellos que sintieron la bodega como un lugar para la amistad.
Foto gentileza de Valerio Estebas.