Por finales de los años 20 la señora Gilda (madre de Arsenio) se colocaba, todos los domingos y festivos, delante del
pajar que había donde hoy está la
casa del señor Florencio (casa de Silvina) a vender cacahuetes y tortas.
Para los cacahuetes tenía una medida doble de madera, las tortas de chincharro las vendía enteras por 1 perra gorda (10 cts. de peseta) y la mitad por 1 perra chica (5 cts.) También vendía pastelitos redondos de coco y, en
Navidad disponía de racioncitas de turrón. Antonio el Guarni dixit.
Se ve que este lugar estaba predestinado para delicia de los niños de
Cordovín ya que 50 años después fué la
tienda de Silvina.
Nacho.