En un día como éste, de buena nevada y frío pelón,
qué mejor sitio que un buen fogón...
... Mientras el fuego, bailarín y caprichoso,
adornaba de inquietas sombras
las obscuras paredes del hogar,
el crepitar de la lumbre cubría
los silencios de la relajada conversación.
Todo era verdad, sencillo, sin engaño;
sólamente un triste calendario
y el acogedor rincón del escaño.
Hasta el humo gustaba estar en la estancia
aquellas noches obscuras y largas,
no agradaba, pero se le aceptaba con elegancia.
Cuando el badil no descubría brasa,
se daba por terminado el corro
y cada uno, acompañado o solo,
se iba a su jergón.
Nacho.
qué mejor sitio que un buen fogón...
... Mientras el fuego, bailarín y caprichoso,
adornaba de inquietas sombras
las obscuras paredes del hogar,
el crepitar de la lumbre cubría
los silencios de la relajada conversación.
Todo era verdad, sencillo, sin engaño;
sólamente un triste calendario
y el acogedor rincón del escaño.
Hasta el humo gustaba estar en la estancia
aquellas noches obscuras y largas,
no agradaba, pero se le aceptaba con elegancia.
Cuando el badil no descubría brasa,
se daba por terminado el corro
y cada uno, acompañado o solo,
se iba a su jergón.
Nacho.