Al sur del pueblo, en una superficie de fanega y media, rodeada de viñas, la era presentaba un desordenado grupo de pilas de haces que esperaban su turno para ser trillados. Cada montón correspondía a un propietario, aunque había alguno redondo, la mayoría de forma cuadrada y ocupaban la mitad norte de la era. Apoximadamente en el centro estaba la trilladora Clayton que, menos ruidosa que otras al ser eléctrica, disparaba su cañón de paja hacia Badarán ocupando los montones de tamo la parte sur del terreno.
Mientras el sol impartía su implacable justicia, la actividad no cesaba en la era: Alimentando unos la trilladora, atando sacos otros para luego cargarlos; carros de llanta cargados de haces hasta más arriba de las zarras, mientras otros eran cargados de mantas de paja para guardar en los pajares...
El ensordecedor ruido de las picadoras, cribas y machacadores de la máquina, el aire saturado de polvo y rampla, creaban un ambiente de castigo que añadir al mero esfuerzo del trabajo.
Las pocas sombras eras muy cotizas por los curiosos y ociosos, donde se ocultaban bajo haces la bota y el barril que repararían resecas gargantas.
A las seis o siete de la tarde, todo aquel sacrificio tenía su sentido y recompensa cuando la era, en silencio, se paraba para hacer la merienda. El vino y el agua paliaban resecos, de las cestas de mimbre salía salchichón, chorizo y.. ESCABECHE. El chicharro en escabeche lo descubrí merendando a la sombra de los haces y cada vez que hoy lo como me sabe a "era de la Cooperativa".
Mientras el sol impartía su implacable justicia, la actividad no cesaba en la era: Alimentando unos la trilladora, atando sacos otros para luego cargarlos; carros de llanta cargados de haces hasta más arriba de las zarras, mientras otros eran cargados de mantas de paja para guardar en los pajares...
El ensordecedor ruido de las picadoras, cribas y machacadores de la máquina, el aire saturado de polvo y rampla, creaban un ambiente de castigo que añadir al mero esfuerzo del trabajo.
Las pocas sombras eras muy cotizas por los curiosos y ociosos, donde se ocultaban bajo haces la bota y el barril que repararían resecas gargantas.
A las seis o siete de la tarde, todo aquel sacrificio tenía su sentido y recompensa cuando la era, en silencio, se paraba para hacer la merienda. El vino y el agua paliaban resecos, de las cestas de mimbre salía salchichón, chorizo y.. ESCABECHE. El chicharro en escabeche lo descubrí merendando a la sombra de los haces y cada vez que hoy lo como me sabe a "era de la Cooperativa".
Magnifico relato Nacho, solo que en mi pueblo andabamos a gasoil. Con aquel tremendo motor y el correón que necesitaba varios hombres para tensarlo.