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Nacho, bonito dibujo y merecido recuerdo, para tu padre, en un oficio que tan importante fue en otros tiempos.
Como dice Lourdes, también yo me quede mirándolo a través de la cristalera y observándolo más de una vez, como hacia los agujeros con la “lezna” y luego con las agujas introducía el bramante entrelazado, en puntadas igual de distantes y alineadas.
Creo recordar que en la ventana, hacia también de escaparate y exponía sombreros apropiados en temporada de verano. De lo que mejor me acuerdo era de la gama de cinturones, que yo al verlos me decía que cuando me pondría pantalón largo me compraría uno “pues ya le tenía el ojo echado”
Los guarnicioneros, no te curaban cuando estabas malo, pero si muy comentados, a veces escuchabas a los mayores decir. Hoy tengo mala correa. Pues vete donde Antonio que te de una NUEVA.
Como dice Lourdes, también yo me quede mirándolo a través de la cristalera y observándolo más de una vez, como hacia los agujeros con la “lezna” y luego con las agujas introducía el bramante entrelazado, en puntadas igual de distantes y alineadas.
Creo recordar que en la ventana, hacia también de escaparate y exponía sombreros apropiados en temporada de verano. De lo que mejor me acuerdo era de la gama de cinturones, que yo al verlos me decía que cuando me pondría pantalón largo me compraría uno “pues ya le tenía el ojo echado”
Los guarnicioneros, no te curaban cuando estabas malo, pero si muy comentados, a veces escuchabas a los mayores decir. Hoy tengo mala correa. Pues vete donde Antonio que te de una NUEVA.
Pepe, mi padre también se comentaba. Alardeaba, con lo friolero que era, que ¡en invierno trabajaba en cueros!
