Pero todo este ritual de la matanza del cerdo siempre estaba sobrevolado por una terrible amenaza: LA TRIQUINA.
Una vez chumarrado el animal no faltaba el intrépido que se atrevía a degustar con gran ansiedad un poco de pellejo o un poco de rabo y siempre se oía lo mismo; ¡A ver si va tener triquina...
Había que esperar el resultado del analisis veterinario para poder descartar la temible enfermedad que podia dar al traste con las ilusiones puestas en el cerdo durante todo un año.
Luego aparecian los chascarrillos de siempre... Pues una vez a fulanito le salió uno con triquina y tuvo que enterrar al animal y otro contestaba: Ya me acuerdo lo enterró en tal sitio y unos ronroneros que estaban acampados en la zona lo desenterraron para comerselo y no les paso nada.
Pero una vez que el veterinario daba el visto bueno no se volvía a hablar del tema.
Hay quien dice que en esta época el veterinario era e que más chorizos hacía de la zona... tajada por aquí tajada por allí. Para todos había pernada cerdil
Una vez chumarrado el animal no faltaba el intrépido que se atrevía a degustar con gran ansiedad un poco de pellejo o un poco de rabo y siempre se oía lo mismo; ¡A ver si va tener triquina...
Había que esperar el resultado del analisis veterinario para poder descartar la temible enfermedad que podia dar al traste con las ilusiones puestas en el cerdo durante todo un año.
Luego aparecian los chascarrillos de siempre... Pues una vez a fulanito le salió uno con triquina y tuvo que enterrar al animal y otro contestaba: Ya me acuerdo lo enterró en tal sitio y unos ronroneros que estaban acampados en la zona lo desenterraron para comerselo y no les paso nada.
Pero una vez que el veterinario daba el visto bueno no se volvía a hablar del tema.
Hay quien dice que en esta época el veterinario era e que más chorizos hacía de la zona... tajada por aquí tajada por allí. Para todos había pernada cerdil