Otro buen hijo del pueblo se nos ha ido. Dos grandes virtudes muy humanas, entre otras, adornaban su hoja de vida: la honradez a toda prueba y la laboriosidad. De ellas hizo gala a su paso por distintas instituciones: estatales como ingeniero técnico agrónomo, como consejero de presidencia en la Comunidad Autónoma de La Rioja y como concejal de hacienda en el Ayuntamiento de Logroño. Por ello ganó muchísimos amigos y, también, algún detractor al no dejarse corromper. De la admiración y aprecio de que gozaba, da buena fe la masiva asistencia al funeral en la parroquia de Hervías, a pesar del fuerte frío y las dificultades de la nieve en los caminos. Descansa en paz.