Las buenas gentes de este pueblecito riojano, hospitalarias como nadie, se han dejado la piel trabajando por toda España cuando ya habían terminado de hacer sus faenas agrícolas en su pueblo. Gracias a su laboriosidad ahora disfrutan de un nivel de vida con el que hace muchísimo tiempo no podían ni soñar. A los buenos, muchos de los cuales son familia mía muy querida, los llevo siempre en el corazón. ¡Viva Hormilla que me dió la mejor madre!