En aquél tiempo (primer cuarto del siglo XX), había una costumbre popular, muy extendida, que consistía en ir a cenar a la taberna con la cazuelita o el pucherito traído de casa, en la taberna se pedía un porroncito de vino y allí se pasaba el rato hasta la hora de volver a casa a dormir.
En nuestro caso siempre llevaba un pucherito tan característico que llegó a definirse "tio Puchero" a un hombrecito bajito, pacífico, que no se metía jamás con nadie...
Por otro lado la juventud no tenía otro atractivo que el frontón (me refiero a los mozos de 20/30 años) y entre ellos sobresalían dos que hacían una magnífica pareja cuando jugaban juntos, tu abuelo Antonio y mi padre.
En cierta ocasión se planteó un reto entre los dos citados contra dos hermanos Sevilla, Julio y Cándido. Parece ser que los ánimos se fueron caldeando entre los trabajadores de las fábricas.
Llegado el dia el frontón y los aledaños estaban hasta los topes.
Se encontraba entre el público un trabajador de los Sevilla, chulo, fanfarrón y con fama de que le pegaba a su mujer y tenía bastante descuidada a la familia. Se planteó una discusión y éste se jugaba un duro de plata (mucho dinero entonces) a favor de la pareja Sevilla. El tío Puchero que estaba cerquita le dijo: "Anda guárdate el duro no sea que lo pierdas, seguro que le hace mucha más falta a tu familia"...
Allí mismo quiso pegarle por decir aquello aunque era de doble tamaño que tio Puchero.
El partido se jugó. Lo ganaron tu abuelo y mi padre.
Por la noche, como cada día, los hombres a cenar a la taberna. El tío Puchero también, naturalmente. Pero no llegó. El mal nacido del duro de plata lo estaba esperando, escondido en la oscuridad. Cuando llegó a su altura le cerró el paso con su estatura, sacó la navaja y le asestó varias puñaladas, muriendo el pobre hombre allí mismo en la calle.
Mi padre juró no volver a jugar a pelota y lo cumplió hasta su muerte.
En nuestro caso siempre llevaba un pucherito tan característico que llegó a definirse "tio Puchero" a un hombrecito bajito, pacífico, que no se metía jamás con nadie...
Por otro lado la juventud no tenía otro atractivo que el frontón (me refiero a los mozos de 20/30 años) y entre ellos sobresalían dos que hacían una magnífica pareja cuando jugaban juntos, tu abuelo Antonio y mi padre.
En cierta ocasión se planteó un reto entre los dos citados contra dos hermanos Sevilla, Julio y Cándido. Parece ser que los ánimos se fueron caldeando entre los trabajadores de las fábricas.
Llegado el dia el frontón y los aledaños estaban hasta los topes.
Se encontraba entre el público un trabajador de los Sevilla, chulo, fanfarrón y con fama de que le pegaba a su mujer y tenía bastante descuidada a la familia. Se planteó una discusión y éste se jugaba un duro de plata (mucho dinero entonces) a favor de la pareja Sevilla. El tío Puchero que estaba cerquita le dijo: "Anda guárdate el duro no sea que lo pierdas, seguro que le hace mucha más falta a tu familia"...
Allí mismo quiso pegarle por decir aquello aunque era de doble tamaño que tio Puchero.
El partido se jugó. Lo ganaron tu abuelo y mi padre.
Por la noche, como cada día, los hombres a cenar a la taberna. El tío Puchero también, naturalmente. Pero no llegó. El mal nacido del duro de plata lo estaba esperando, escondido en la oscuridad. Cuando llegó a su altura le cerró el paso con su estatura, sacó la navaja y le asestó varias puñaladas, muriendo el pobre hombre allí mismo en la calle.
Mi padre juró no volver a jugar a pelota y lo cumplió hasta su muerte.
Hola:
Yo soy el niño rubio que mencionas.
Bonita historia con final trágico.
Me gustaría tomar un café contigo si vives en Logroño o en La Rioja.
No soy muy habil con el ordenador así que no sé como darte mis coordenadas sin que sean públicas.
Si me haces llegar un telefono te llamo.
Saludos
Cándido
Yo soy el niño rubio que mencionas.
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Saludos
Cándido