Es difícil obtener una buena fotografía de la iglesia de Santa María, en toda su amplitud, debido a la estrechez de las calles que no permiten tener una visión completa de la misma.
Podemos señalar lo siguiente:
Iglesia del siglo XIII.
El mejor tesoro artístico de Munilla lo tiene la iglesia parroquial de Santa María, de semejante estilo arquitectónico a la de San Miguel.
Es la escultura del Santísimo Cristo de la Sierra. Colosal en sus dimensiones, finísimamente policromado y bellamente labrado. La escultura es gótica completamente y pudiera ser de los años 1300 o anterior.
Desde tiempo inmemorial se celebraba esta fiesta del Santísimo Cristo Serrano. Era el primer domingo de Mayo. La cofradía o hermanos del Santo Cristo se preparaban con una solemnísima novena. El altar del Santo Cristo se llenaba de flores y velas. Las mejores ropas litúrgicas brillaban en esos día en el templo de Santa Maria. De especial mención fue la capa pluvial de terciopelo rojo con bordados de oro y sedas del siglo XIV, fecha esta sin duda alguna en la que ya se le tributaba al Santo Cristo una gran devoción en Munilla. Y no sin razón, pues a este Santo Cristo se le atribuyen innumerables curaciones milagrosas y libramientos se las pestes y sequías a la villa.
No hay en toda la Provincia y alrededores un Crucifijo tan majestuoso ni de tanto valor artístico como éste: El famosísimo Cristo Serrano de Munilla.
Existe también un altar dedicado a Nuestra Señora en su misterio de la Asunción, por el pueblo llamado de las ánimas, de capital importancia en el orden artístico de estilo bizantino, todo él de principios del siglo XV. Las cuatro tablas principales representan los misterios de la infancia de Jesús: Anunciación, Nacimiento, Adoración de los Magos y Purificación de la Virgen.
El lienzo central de las ánimas es muy posterior y de escaso valor artístico. Sobre él está una escultura de la Virgen Asunta. Tiene también este altar un sagrario de belleza extraordinaria; en la cara de fuera está el relieve del Ecce Homo y en la otra cara, grabado en oro, la escena evangélica del Tabor.
En el interior del sagrario, sobre un fondo de oro, se ve pintada la imagen de Cristo resucitado. A la misma altura que el sagrario hay cuatro bajorrelieves finamente labrados y que representan los Evangelistas. En los dos lados del retablo, haciendo como aletas, se encuentran unas tablas pintadas de la misma época y estilo con los 10 santos más venerados.
En el altar de San José hay también muy buenas tallas del siglo XVI, algunas de ellas en madera de nogal. San Pedro, el misterio de Santa Ana, San Pablo y los mejores bajorrelieves de toda la parroquia, aunque un poco estropeados. Santiago Matamoros y San Martín partiendo su capa con el pobre.
El retablo del altar mayor es del siglo XVI y aunque curioso en la representación de las virtudes cardinales, su mejor expresión artística está en sus bajorrelieves. Poderosamente llama la atención la figura del Evangelista San Lucas; su rostro y fisonomía se asemejan al de Moisés de Miguel Angel.
Junto con los cuatro Evangelistas están también cuatro Padres de la Iglesia: San Jerónimo, San Agustín, San Ambrosio y San Gregorio Magno. Las puertas de los relicarios están adornadas con los relieves del Martirio de San Bartolomé Apóstol y la degollación de San Juan Bautista.
Podemos señalar lo siguiente:
Iglesia del siglo XIII.
El mejor tesoro artístico de Munilla lo tiene la iglesia parroquial de Santa María, de semejante estilo arquitectónico a la de San Miguel.
Es la escultura del Santísimo Cristo de la Sierra. Colosal en sus dimensiones, finísimamente policromado y bellamente labrado. La escultura es gótica completamente y pudiera ser de los años 1300 o anterior.
Desde tiempo inmemorial se celebraba esta fiesta del Santísimo Cristo Serrano. Era el primer domingo de Mayo. La cofradía o hermanos del Santo Cristo se preparaban con una solemnísima novena. El altar del Santo Cristo se llenaba de flores y velas. Las mejores ropas litúrgicas brillaban en esos día en el templo de Santa Maria. De especial mención fue la capa pluvial de terciopelo rojo con bordados de oro y sedas del siglo XIV, fecha esta sin duda alguna en la que ya se le tributaba al Santo Cristo una gran devoción en Munilla. Y no sin razón, pues a este Santo Cristo se le atribuyen innumerables curaciones milagrosas y libramientos se las pestes y sequías a la villa.
No hay en toda la Provincia y alrededores un Crucifijo tan majestuoso ni de tanto valor artístico como éste: El famosísimo Cristo Serrano de Munilla.
Existe también un altar dedicado a Nuestra Señora en su misterio de la Asunción, por el pueblo llamado de las ánimas, de capital importancia en el orden artístico de estilo bizantino, todo él de principios del siglo XV. Las cuatro tablas principales representan los misterios de la infancia de Jesús: Anunciación, Nacimiento, Adoración de los Magos y Purificación de la Virgen.
El lienzo central de las ánimas es muy posterior y de escaso valor artístico. Sobre él está una escultura de la Virgen Asunta. Tiene también este altar un sagrario de belleza extraordinaria; en la cara de fuera está el relieve del Ecce Homo y en la otra cara, grabado en oro, la escena evangélica del Tabor.
En el interior del sagrario, sobre un fondo de oro, se ve pintada la imagen de Cristo resucitado. A la misma altura que el sagrario hay cuatro bajorrelieves finamente labrados y que representan los Evangelistas. En los dos lados del retablo, haciendo como aletas, se encuentran unas tablas pintadas de la misma época y estilo con los 10 santos más venerados.
En el altar de San José hay también muy buenas tallas del siglo XVI, algunas de ellas en madera de nogal. San Pedro, el misterio de Santa Ana, San Pablo y los mejores bajorrelieves de toda la parroquia, aunque un poco estropeados. Santiago Matamoros y San Martín partiendo su capa con el pobre.
El retablo del altar mayor es del siglo XVI y aunque curioso en la representación de las virtudes cardinales, su mejor expresión artística está en sus bajorrelieves. Poderosamente llama la atención la figura del Evangelista San Lucas; su rostro y fisonomía se asemejan al de Moisés de Miguel Angel.
Junto con los cuatro Evangelistas están también cuatro Padres de la Iglesia: San Jerónimo, San Agustín, San Ambrosio y San Gregorio Magno. Las puertas de los relicarios están adornadas con los relieves del Martirio de San Bartolomé Apóstol y la degollación de San Juan Bautista.