Fundado por
San Millán (San Emiliano) en el siglo VI. Primero visigodo, luego mozárabe con sus enormes
arcos de herradura. Fue incendiado en el
verano de 1002 durante una de las últimas razzias que nos recetó el mamonazo del caudillo Almanzor poco antes de morir en tierras sorianas. En su scriptorium se hallaron las famosas "glosas emilianenses" (primeros balbuceos en catellano) y en ellas ciertas anotaciones en euskera. Al que le apetezca que se documente por su cuenta. Este cenobio está atrapado entre una inmensa vegetación con toda la gama de verdes posible. Y ahora más, que es
primavera. Patrimonio de la Humanidad.