San Millán de la Cogolla nació en
Berceo en el año 473 y murió en el
monasterio fundado por él, el año 574. Vivió, por tanto, 101 años. Su vida la escribió san Braulio, en latín, unos sesenta años después de la muerte de san Millán, y posteriormente, el poeta Gonzalo de Berceo.
San Millán fue, en su
juventud pastor de los rebaños de su padre; posteriormente se retiró a la soledad y espesura del
monte, donde vivió totalmente solitario, después de recibir las enseñanzas de san
Felices, por espacio de cuarenta años; enterado el obispo de su vida ejemplar, le ordenó de sacerdote y le nombró párroco de su propio
pueblo, Berceo. Fue acusado al obispo de dilapidar los bienes eclesiásticos y por eso fue exonerado del cargo; san Millán se retiró entonces a las
grutas que poco después dieron origen al celebérrimo monasterio de Suso, y allí se vio rodeado de discípulos, formándose la primera comunidad monacal, constituyendo una verdadera constelación de
santos emilianenses. Cuando contaba ya cien años de edad, recibió una revelación de Dios para que fuera a la ciudad de
Cantabria a predicar a sus habitantes la penitencia, advirtiendo que si no la hacían, la ciudad sería destruida. Poco después, san Millán, rodeado de sus discípulos, entregó plácidamente su alma a Dios.