Nada mejor para conocer las costumbes (y ya desaparecidos pobladores) del lugar que darse un
paseo literario por los versos de un trevianés con alma de poeta. Es un bello retrato literario del lugar, sus vecinos y
costumbres que pone de relieve el amor que en éste vecino nuestro despierta nuestro
pueblo y la añoranza que siente al recordar su infancia en nuestros bellos parajes.
FUE UN SUEÑO
Fue en un día cualquiera
al terminar la jornada,
rendido por mi trabajo
al acostarme en la cama,
se cerraron mis pupilas
y yo soñaba, soñaba.
Soñé que ya de la
ermita
la
procesión regresaba,
la
danza iba delante
Perico y Aniceto tocaban,
los hombres iban hablando
y las mujeres rezaban.
Tú, metida entre la gente
en las andas te llevaban
detrás seguían tres curas
y el
Ayuntamiento en masa,
y mi madre entre la gente
de la mano me llevaba,
tenía unos diez años
y esto es lo soñaba.
Veía que de las andas
te empezaste a despegar,
y yo te agarré del
manto
no te fueras a marchar,
la gente seguía andando
sin ver lo que sucedía
yo gritaba yo chillaba
pero a mí, nadie me veía
la procesión continuaba
y Tú, subías, subías,
mi pelo flotaba al aire,
las lágrimas me salían.
II
Al alcanzar tanta altura
de carácter sideral,
mis fuerzas ya no aguantaron,
y me tuve que soltar.
Me encontraba en el abismo
muy solo y abandonado,
y girando entre los astros
iba flotando y flotando,
las estrellas me miraban
los luceros sonreían,
y cuando más les griaba
ningún caso a mí me hacían.
III
Llegó un
amigo "Un cometa"
y al verme tan compungido,
mie dijo:
-Qué haces aquí muchacho
que te veo tan perdido?
-Una Señora me trajo
y no se por donde ha ido.
-Sube a mi espalda- me dijo-
que tú no estás tan perdido.
Dejamos atrás la luna
y la
Vía Lactea entera
danzamos con aerolitos
y atravesamos y tinieblas.
Vi una luz cegadora
y cruzamos la barrera.
Fimos bajando y bajando
hasta una inmensa pradera.
Si, era una inmensa pradera
con
ríos y manantiales,
al fondo cerrada de
pinos
de encinas y robledales,
había un inmenso gentío.
Todos con túnicas blancas
hablaban con armonía
se cruzaban, saludaban,
Tú, sentada en una colina
sonriente me mirabas.
Yo, caminaba entre la gente
que asonbrados me observaban,
y vi caras conocidas,
pero ninguno me hablaba.
IV
Y topé con un señor
joven y de buena alzada,
que tenía ojos azules
y la paz en la mirada
con el pelo hasta los hombros
en barba aguileña y larga
el único que me habló
con voz amable y pausada.
Me dijo:
- ¿Cómo has llegado hasta aquí?
Yo pregunté dónde estaba.
Nos sentamos en el hierba
puso su mano en mi hombro
y de ésta manera me hablaba.
V
No ves aquella ladera
que con
casas castellanas,
unas son de adobe y pobres
y hay de
piedra acomodadas,
y que tienen una
iglesia grande
y con unos
arcos en la
plaza
y que al clarear el día
brilla el sol por la mañana.
¿No conoces ese pueblo?
-Claro que lo conozco,
está todo tan cambiado.
Es mi pueblo, es "
TREVIANA".
VI
Pues todos los que aquí ves,
que puedes contar por cientos,
nacieron todos allí,
y por tanto allí murieron.
Yo, incliné la cabeza
y entonces me puse triste.
Vi sus pies, después sus manos
que tenían cicatrices.
Mi pueblo:
Era una imagen parada
todo él estaba quieto
cuando levantó la mano
allí empezó el movimiento.
VII
Todas las casas con humo
y los perros que ladraban
los niños con los almuerzos,
las mujeres con la masa,
otras hacia el
lavadero,
otras por
agua a la plaza.
Las eras llenas de gente
que canciones entonaban,
para aliviar el trabajo
hasta los
carros cantaban
pues era un día de agosto
de calor, calma y sin viento.
¡Y me dijo aquel Señor!:
- ¿quieres contarme muchacho
lo que sepas de tu pueblo?-.
VIII
Le dije:
-Mira, arriba hay un
hospital
sin
médico ni enfermera,
puede dormir cualquier pobre
una o dos
noches cualquiera.
La estancia es muy humilde,
no es hospital de postín,
les dan calor, cama y cena
Margarita y Florentín.
IX
Más abajo la "Botica"
que ahora llaman
farmacia,
la regenta D. José
un
santo donde los haya.
Un hombre entregado al pueblo
con entero sacrificio
tenía de día y
noche
la"botica"a su servicio.
Si le daban la
receta,
apenas la contemplaba,
siempre daba algún consejo.
No hablaba sino gritaba.
Era muy corto de vista
pero de bondad muy larga
¡Muchacho! me dijo un día:
-yo se bien desde la cama
que personaje está enfermo
tan sólo por la llamada.
Si a deshora de la noche
oigo lunas largas zancadas,
y atropellando mi
puerta
le pegan fuerte a la aldaba
ya no vale preguntar
es que la
yegua está mala.
Si no les oigo venir
y es muy suave la llamada
entonces es que están malos,
el padre, la madre o la hermana.
X
Más abajo está el cuartel
y más abajo la plaza,
los niños juegan con trompas
y las niñas con las tabas.
En corro cinco maestros
que entre ellos conversaban
Dª Casilda, Dª Juana,
D. Salvador, D. Manuel
y D. Sebastián Cebollada.
Se asoma D. Zacarías
en el
balcón de la plaza
cerraba el Ayuntamiento
y a la charla se apuntaba.
Salen de misa dos curas
y Raimundo el que tocaba.
XI
Muy cerca han montado un
bar
apodado el "BATAKLAN".
Están en el mostrador
José María y Pilar.
Bajando está el matadero
y a las seis de la mañana
se juntan los acarniceros
están matando con maña
cabra,
ovejas, corderos,
y recoge las entrañas
una buena persona, Consuelo.
Y la señora Elisea
siempre vestida de negro,
ella recoge la sangre
y la cuece con esmero
en aquel barreño blanco
que brillaba como el
cielo
consuelo de los estómagos
de grande y de pequeños.
Al acabar la faena
los tres acruzan por la plaza
Frutos, la Hermene y Casiano
marchan con la res al hombro
y la asadura en la mano.
XII
Ahí tenemos un
frontón
donde se parten las manos
Melchor y Antonio Corcuera
con los Kikes los gitanos.
Muy cerca está la
posada,
es en aquella plazuela
donde los carros aparcan,
unos que venden los
trillos,
otros, que venden las
cabras,
otros,
cerdos negros de jabugo
que hoy conservan tanta fama.
Allí descansan arrieros
y la gente peregrina
les dan
cuadra, cama y cena
Francisco y Marcelina.
XIII
¿No oyes el cantar de un yunque?
y el eco por la vaguada
ese es Santiago Serrano
que trabajando en la
fragua
lo mismo te hace una llave
que te echa boca a la azada.
XIV
Y siguiendo hay una
casa,
parece que se quemaba,
el hormo de hacer el
pan
que le atiende la
Romana
y le alimenta Jacinto
de rodillas en la paja.
XV
Mira que modernidad
por el
puente " La Coneja"
allí que aparece un
coche
parece una metralleta
que va pegando explosiones
y de cuneta a cuneta
primero fue de Gregorio
ahora le tiene Marqueta y
como no hay gasolina
va con gasógeno a cuestas.
XVI
Por allí baja un pastor
va comiendo por la cuesta.
Ese se llama Jacinto
el que cuida las ovejas,
y aquel que baja tocando
con una gaita dorada
ése se llama Domingo
es el que cuida la dula.
Esteban toca detrás
es el que cuida las cabras.
XVII
Mira:
Ya no sé qué más contarte
-le dije-
es una
historia muy larga.
-Vuelve la vista- me dijo
-mira lo que hay a tu espalda.
Al volver la vista ví
a Jacinto, a Domingo el de la dula
y a Esteban el de las cabras
que brillaban más que el sol
con su sonrisa en la cara.
XVIII
Mira:
Me dijo mi amigo-
éste que cuidaba ovejas,
éste que cuidó la dula,
y éste que cuidó las cabras,
no conocieron zapatos
ni casi las alpargatas.
Sólo cubrían sus pies
según la
estacíon mandada,
si era
verano con trapos
si era
invierno con pieles.
Pero siempre con abarcas
andaban por los
caminos
con nubes de polvo y agua
para descansar el suelo
con el sol, y con las moscas
con el frío y la escarcha,
por la noche les tocaba,
dormir en camas de paja
fueron gente muy sencilla.
me dijo:
de nada tenían nada.
Llegaron con el zurrón
con un palo y una manta
trajeron como equipaje
solo la paz de sus almas
que equipaje tan ligero
para una estancia tan larga.
Vinieron con sus manos limpias
aunque apenas se lavaban
porque no las tocó el dinero
ni el engaño ni la trampa.
Sus manos eran callosas
por el roce de la vara.
XIX
Yo, me quedé pensativo
y entonces se hizo el silencio.
Me despedí de mi amigo
y me encaminé hacia Tí
para iniciar el regreso.
Cuando ya estaba a tu lado,
entonces "desapareciste"...