A principios del siglo XX,
Turruncún contaba con más de trescientos habitantes que vivían del cultivo de cereales, vid, legumbres etc... En la actualidad está completamente abandonado, es un
pueblo fantasma cuyas
casas se desmoronan sin que nadie ponga remedio.
En el año 1965 se construyó en Turruncún su último
edificio, un
colegio que nunca llegó a utilizarse. Este pueblo en 1975 al estar deshabitado ya había sido anexionado al vecino pueblo de
Arnedo. En la actualidad el pueblo se encuentra derruído, con algunas construcciones que aún se mantienen en pie, como la
iglesia y el colegio anteriormente mencionado. La iglesia tiene un carácter bastante tétrico. Como dato curioso, decir que, el suelo de la iglesia no es uniforme, es tierra con agujeros y sobre él se extienden restos óseos que hay quien determina que son humanos. Humanos o no, ahí están, no dejan de ser testigos mudos de la
historia de este peculiar pueblo abandonado. Parece ser que un temblor ocurrido en 1929, con epicentro en Turruncún, con una intensidad de 5,1, de la Escala Richter, causó ya importantes daños.
González Placer explica que el hecho de que la mayoría de los movimientos registrados, se hayan producido en
La Rioja Baja, se debe a que, en esa zona la estructura de la corteza tiene unas características especiales que hace que se dé un mayor riesgo sísmico. Las formaciones orográficas de la región responden a plegamientos y, por lo tanto, pueden tener mayor o menor actividad sísmica. Una prueba de ello son las afloraciones de
aguas termales en el entorno de Arnedillo, propias de las zonas en donde existe una cierta actividad telúrica.
En el
cementerio, hay cuatro o cinco lápidas que permanecen más o menos enteras. Existe una sola lápida en la que se puede leer que la persona que allí reposa fue enterrada en 1961. Ni las tumbas se han salvado del cruel olvido al que parece estar condenado Turruncún. Pero su recuperación para un proyecto repoblador, es posible.