Una de las personas con las que nos detuvimos a conversar, tenía el apellido de mi tatarabuela y era pariente del señor encargado de la llave de la
Iglesia, hacia allí nos dirigimos y por supuesto vivía a dos pasos de la
Parroquia y vino muy dispuesto a abrirnos y contarnos un poco de la
historia.
Eso me sucedió en todos los
pueblos, el/la encargado/a de la llave de la Iglesia, me atendía con todo afecto y escuchaban mi historia, la búsqueda de algún rastro de mis raíces y me contaban lo que se les venía en mente.
Pero esta fue la llave más antigua de todas, era
gigante y pesaba bastante. Me hizo acordar a la llave de la Iglesia de Uquía en Jujuy-
Argentina.