Y después de tanta caminata, nada mejor que una buena
comida. Nuestro compañero Arturo no podía fallarme: un buen menjar en la Pensión Mariola a base de bajoques farcides (pimientos rellenos de arroz) y
nueces con miel. Por cierto, la Mistela y el Herbero de la
Sierra Mariola no podían faltar. Desde las últimas
casas del
pueblo hasta el
Santuario de la Mare de Déu del Castell (también conocido como "el Convent"), hay tan sólo unos pocos centenares de metros.
El
camino que trepa por la empinada ladera está rodeado de
cipreses centenarios, y concluye en el templo que se alzó sobre la misma
roca, a los pies de los restos del
castillo árabe, para rendir
homenaje a la
virgen, gran protagonista del milagro que la leyenda popular sitúa en el siglo XV.