Su localización coronando un perfil del
pueblo antiguo, sus dimensiones,
sus formas y acabados, inciden directamente en el
paisaje. De hecho el
edificio y su
arquitectura se ha convertido un elemento de referencia en el
valle y
bahía de
Altea. Tanto es así, que la
iglesia no solo es un elemento
caracterizador del paisaje, como lo definiría el Reglamento de Paisaje, es
el paisaje en sí, pues no se entiende culturalmente el lugar sin su
presencia.
Las geometrías sencillas que la construyen:
cúpulas vidriadas azules y
blancas, prismas rectangulares, triángulos que definen el
frontón; la propia
piedra vista en sus muros laterales, apoyan su capacidad formal; condición
que los pintores que han pasado por Altea a lo largo del siglo XX, sobre
todo en los años 30 al 60 han sabido captar.
Hay que hacer notar que el edificio por su condición y ubicación se
desvincula de aspectos estilísticos, generando unas tensas relaciones
entre lo natural y el artificio, potenciando así un paisaje inédito.
La antigua iglesia
Austero edificio renacentista levantado sobre 1617 y compuesto por
una nave con
capillas laterales definidas por los confrafuertes
internos al espacio de la iglesia; por sus dimensiones y descripción
podemos entender que era muy similar en proporción y forma a la
iglesia que hoy conocemos del antiguo
Convento de
San Francisco y
San Pedro, como se llamaba en origen a la iglesia del Convento.
Cubierta como ella por
bóveda de cañón con
arcos diafragmáticos
de medio punto, sin crucero, ni
cúpula. Con un único
campanario
situado a la derecha de la
fachada, posiblemente sobreelevado a la
manera diecochesca. Sabemos que la construyeron los hermanos
Pere i Damià de la Càmara (1) y que costó unos Cuatrocientos
ducados pagados por Francisco de Palafox (2). La Iglesia es elevada
a
Parroquia en 1695, siendo su primer rector D. Martín Morales.
De esta iglesia de época fundacional conocemos su ubicación y sus
dimensiones, incluso tenemos imágenes de su aspecto y su
volumetría. Ocupaba parte del actual templo y situaba su fachada en
el linde exterior del actual plano de acceso a fachada, cerrando
espacialmente la
calle Mayor –la iglesia actual está enrasada a la
fachada oeste de esta calle-. De entre los documentos que nos dan
noticia del antiguo templo hemos de distinguir por su importancia
capital el plano del ingeniero Francisco Ricaud fechado en torno a
1740, donde nos muestra la localización del templo en el contexto de
la Fortaleza del S. XVII. Plano que se complementa con el croquis
del maestro Instrucción Pública D. Jaime Cardona (1) -un documento
de gran valor que completa la planimetría de Ricaud-. Plano que
hemos recompuesto y redibujado en esta ficha para su mejor
comprensión. También nos da noticia de la forma de la antigua
iglesia el plano de 1732 del Archivo de Orgaz en
Ávila y denominado
“Término de Callosa”, donde se nos muestra la imagen de la antigua
iglesia con el campanario remozado a la manera del s XVIII.
Posiblemente las trazas y acabados eran austeros, dada la tónica
general de las construcciones de la Fortaleza, donde la mampostería
y las argamasas de yesos y cal eran dominantes, incluyendo en sus
muros poca sillería. El hecho de que el Maestro de Obras de la nueva
iglesia, Don Adrián Vela Gadea mantuviera solo las trazas del muro
norte, sin dejar rastro de otros elementos, nos habla del poco interés
de los mismos.
Sobre la fecha de su construcción tenemos noticia de que ya está
levantada en 1617, pues la Carta Puebla reseña que no se le ha
pagado a Damiá de la Cámara. Pago que se hace efectivo por
Francisco de Palafox en 1621 (3); montante que traspasa al pueblo y
al cual hace responsable en adelante de su conservación y
mantenimiento.