panorámica de la población desde el
Castillo.
La población del municipio de
Biar data de época prehistórica, cobrando peso demográfico durante la Edad del Bronce. De esta época quedan varios yacimientos, destacando el de la Cova del Cantal, el Cabezo de les Gerres y el Cabezo Gordo, además de varios enterramientos en la zona del castillo y la Cova Negra. Gran parte de los hallazgos de esta época se conservan en el
Museo Arqueológico Municipal de
Villena. Tras la Edad del Bronce, se constata la caída demográfica común a toda el área durante este periodo. La población vuelve a aumentar en época
romana, pero hay constancia de que existiera un núcleo de población estable hasta tiempos de al-Ándalus. La primera mención que se tiene de Biar es un documento islámico del siglo XII donde aparece como una
plaza fuerte dependiente de Játiva.
Asignado este lugar fronterizo a la Corona de
Aragón por el tratado de Almizra de marzo de 1244, la fecha que algunos consideran como de su rendición es la de 1245, mientras que otros la retrasan al 1253. Fue la última ciudad del antiguo Reino de
Valencia que sitió Jaime I, acampando ante sus
puertas durante 5 meses antes de que la ciudad se rindiera con buenas condiciones. En principio, el rey respetó la presencia, las posesiones y las
costumbres de la población musulmana, y se limitó a establecer una guarnición, arrendar las rentas reales y cobrar impuestos. Pero la sublevación de los musulmanes (1276-1278) conllevó su expulsión de este lugar. En 1280, Pedro III de Aragón confirmaba las heredades repartidas a la población cristiana en un documento que se ha
juzgado como una verdadera Carta Puebla del lugar. Jaime I la dotó de privilegios, entre ellos el de ser una de las pocas villas que desde 1287 tendría voto en las Cortes del Reino de Valencia. Su función fronteriza como plaza fuerte y aduanera le valió la leyenda Claudo et Aperio Regnum (cierro y abro el reino) que aparece en su
escudo, 2 junto a las dos llaves cruzadas, portadoras de la misma simbología.
Biar, por su condición fronteriza con el poderoso señorío de Villena (perteneciente al Reino de Castilla), constituía un núcleo crucial en los conflictos castellano-aragonesas y recibió sucesivos privilegios, entre los que destaca la promesa de Pedro IV de Aragón de no segregar la villa y su término de la Corona. Durante las Germanías Biar tuvo un papel destacado como villa revolucionaria, lo que le valió una multa de 1660 libras.
Durante la Guerra de Sucesión, Biar se mantuvo fiel a Felipe V y debió de resistir los ataques de los austracistas. A su victoria, el primero le otorgó los títulos de "muy noble, leal y siempre fidelísima". Benejama,
Campo de Mirra y
Cañada, que eran originalmente alquerías del Iqlim de Medina Bilyana (la Villena musulmana), acabaron pertenecieron al término de Biar desde el Tratado de Almizra hasta finales del siglo XVIII, en que se constituyeron como municipios independientes