MIGUEL HERNANDEZ, CIENTO SEIS AÑOS DE SU NACIMIENTO.
Treinta de octubre es la fecha
de aquel corazón inquieto,
su vivir fue pura brecha
padeciendo mucho veto.
Se van pasando los años
de aquel duro sufrimiento,
Miguel sintiendo los daños
con la cárcel de tormento.
Vientos del pueblo le llevan
en alas del sentimiento,
en sus penas se despliegan
razones que calma el viento.
Miguel de barro fundido
abrazando sueños viejos,
su corazón vive erguido
sin conocer los complejos.
Rayos que jamás cesaron,
umbríos de llanto y duelo,
penas que solo dejaron
palabras que dan consuelo.
Han pasado primaveras,
con olores de barbecho,
y contemplamos esperas
de sus versos por derecho.
Miguel marcando caminos
entre las gentes del pueblo,
pasando mil desatinos
que solo al pensarlo tiemblo.
Calamidades de guerra
con sus compañeros muertos,
en su corazón se encierra
lo que son los sufrimientos.
Comentan los andaluces
que Jaén marcó su signo,
olivares entre cruces
hoy son parte del camino.
Miguel soñando una España
que cambiara aquel destino,
su sencillez nunca extraña
hay quien le llama divino.
Las palmeras de Levante
en la tierra alicantina,
vieron su vida radiante
de escritor en su colina.
En sus versos vi lecciones
llenos de fuerza y coraje,
Miguel tuvo sensaciones
de hacer grande su paisaje.
Sus sentimientos humanos
dejaron perennes huellas,
sus versos nunca son vanos
aunque hablen de las estrellas.
Han pasado muchos años
se vivieron muchas fechas,
España tuvo peldaños
que a veces causaron brechas.
Quien soñó siempre ser libre
terminando como preso,
solo su mano describe
aquel terrible suspenso.
Rayos que no se detienen
aunque acabe la tormenta,
parece que dentro tienen
algo que les alimenta.
Miguel nos dejó sus versos
envueltos entre palmeras,
España tuvo sus presos
que soñaron primaveras.
Recordarle con cariño
es un afán sin pasiones,
le comprendí desde niño
y sentí sus emociones.
G X Cantalapiedra.
... (ver texto completo)