EL PEÑÓN DE IFACH CON ECOS DE CABRAS
Ecos de voces perdidas
en sus picos tenebrosos,
que a veces son doloridas
por sufrimientos penosos.
Subir sin pedir ayuda
su subida tan pendiente,
es decidir ver absurda
esa ladera ascendente.
Ecos de voces perdidas
que sintonizan las cabras,
entre piedras reprimidas
algunas voces se callan.
El Peñón sigue pensando
en muchos escaladores,
que sus piernas van temblando
y se sienten soñadores.
Los ecos de cabras locas
retumban por las veredas,
mientras contemplas las rocas
que forman penosas sendas.
Trescientos treinta y tres metros
tiene su cima brillante,
que parecen ser sujetos
alguna piedra arrogante.
Divisando las distancias
con el Puerto por debajo,
se temen extravagancias
del que sueña con atajo.
Divisando todo Calpe
como quien canta victoria,
parece que el viento escape
a la sufrida memoria.
Esta cima de sorpresas
con vistas que marcan huellas,
te ponen las manos tensas
al ver visiones tan bellas.
G X Cantalapiedra.
Ecos de voces perdidas
en sus picos tenebrosos,
que a veces son doloridas
por sufrimientos penosos.
Subir sin pedir ayuda
su subida tan pendiente,
es decidir ver absurda
esa ladera ascendente.
Ecos de voces perdidas
que sintonizan las cabras,
entre piedras reprimidas
algunas voces se callan.
El Peñón sigue pensando
en muchos escaladores,
que sus piernas van temblando
y se sienten soñadores.
Los ecos de cabras locas
retumban por las veredas,
mientras contemplas las rocas
que forman penosas sendas.
Trescientos treinta y tres metros
tiene su cima brillante,
que parecen ser sujetos
alguna piedra arrogante.
Divisando las distancias
con el Puerto por debajo,
se temen extravagancias
del que sueña con atajo.
Divisando todo Calpe
como quien canta victoria,
parece que el viento escape
a la sufrida memoria.
Esta cima de sorpresas
con vistas que marcan huellas,
te ponen las manos tensas
al ver visiones tan bellas.
G X Cantalapiedra.