MENOS LOBOS CAPERUCITA
Aquella señora que en todas partes veía cosas raras, el marido la tuvo que desengañar con ese dicho, “Menos lobos caperucita”.
Cuando se bañaba en el verano, en la playa de La Fossa de Calpe, no dejaba de ver tiburones, y al marido le daba la paliza, comentando sus fantasías de todo lo que la rodeaba.
Un buen día se fueron a visitar Las Cuevas del Candelabro, en Busot, cerca de San Juan Alicante, y un joven bromista, que se ve que imitaba muy bien a los lobos, empezó en la oscuridad del fondo de la Cueva, a lanzar sus alaridos, la verdad que parecía un lobo de verdad, La mujer sintió un espanto, y ese día al marido le decía, “ya te dije que en esta Cueva podía a ver lobos, me han comentado que aquí se fabricaban los motores, de los aviones rusos durante la guerra”, a lo que el marido la contestaba, “Menos lobos caperucita. y déjame que pueda vivir tranquilo”. Razón tenía su marido, su esposa era una mujer cargada de fantasías y críticas, que a veces eran odiosas, ya que por todo protestaba, Si la faltaba el gas chillaba, si el agua se averiaba gritaba, y si algún vecino ponía la música alta, taconeaba de rabia, incluso si en la frutería no encontraba su fruta preferida, le echaba la bronca al frutero.
Un día en su pueblo de origen, salió elegida por votos, una antigua amiga suya de la infancia, siendo alcaldesa, con la que acabo mal, esta señora intento convencer a su marido, que era un fallo el que fuera la que mandará en dicho ayuntamiento, El marido siempre la decía lo mismo, “Menos lobos caperucita”. Si el pueblo la voto, tú te debes de callar, que te van acoger manía los de tu pueblo, No se conformaba la señora con eso, e intento criticar a la alcaldesa, haciendo carteles contra ella, y poniéndoles en las esquinas de las calles de su pueblo, más no falto el vecino gracioso, que pronto copiando a su marido hizo unas tiras de papel, que coloco encima de dichos carteles, y como no así era la respuesta, MENOS LOBOS CAPERUCITA. Aquella mujer tuvo que marcharse deprisa de su pueblo, ya que se convirtió en el ser más ridículo de aquel buen ambiente.
G X Cantalapiedra.
Aquella señora que en todas partes veía cosas raras, el marido la tuvo que desengañar con ese dicho, “Menos lobos caperucita”.
Cuando se bañaba en el verano, en la playa de La Fossa de Calpe, no dejaba de ver tiburones, y al marido le daba la paliza, comentando sus fantasías de todo lo que la rodeaba.
Un buen día se fueron a visitar Las Cuevas del Candelabro, en Busot, cerca de San Juan Alicante, y un joven bromista, que se ve que imitaba muy bien a los lobos, empezó en la oscuridad del fondo de la Cueva, a lanzar sus alaridos, la verdad que parecía un lobo de verdad, La mujer sintió un espanto, y ese día al marido le decía, “ya te dije que en esta Cueva podía a ver lobos, me han comentado que aquí se fabricaban los motores, de los aviones rusos durante la guerra”, a lo que el marido la contestaba, “Menos lobos caperucita. y déjame que pueda vivir tranquilo”. Razón tenía su marido, su esposa era una mujer cargada de fantasías y críticas, que a veces eran odiosas, ya que por todo protestaba, Si la faltaba el gas chillaba, si el agua se averiaba gritaba, y si algún vecino ponía la música alta, taconeaba de rabia, incluso si en la frutería no encontraba su fruta preferida, le echaba la bronca al frutero.
Un día en su pueblo de origen, salió elegida por votos, una antigua amiga suya de la infancia, siendo alcaldesa, con la que acabo mal, esta señora intento convencer a su marido, que era un fallo el que fuera la que mandará en dicho ayuntamiento, El marido siempre la decía lo mismo, “Menos lobos caperucita”. Si el pueblo la voto, tú te debes de callar, que te van acoger manía los de tu pueblo, No se conformaba la señora con eso, e intento criticar a la alcaldesa, haciendo carteles contra ella, y poniéndoles en las esquinas de las calles de su pueblo, más no falto el vecino gracioso, que pronto copiando a su marido hizo unas tiras de papel, que coloco encima de dichos carteles, y como no así era la respuesta, MENOS LOBOS CAPERUCITA. Aquella mujer tuvo que marcharse deprisa de su pueblo, ya que se convirtió en el ser más ridículo de aquel buen ambiente.
G X Cantalapiedra.