CALLE DEL MAR, SIN PLACAS
El Campello de Alicante
siente la mar en su entraña,
su paisaje es el constante
de nuestra querida España.
Ciudad con sombras marinas
y sus barcos pescadores,
entre frases tan divinas
que van despertando amores.
Voy recorriendo sus calles
con adornos marineros,
pero falta algún detalle,
viendo esquinas sin letreros.
Calle del mar sin sus placas
con olores salineros,
allí no existen barracas
ni mundos aventureros.
El mar se siente en la noche
como el más fiel compañero,
no se puede hacer reproche
aunque falte algún letrero.
Los sentimientos me inundan,
en ese ambiente tan bello,
los nombres buenos abundan
en los bares de El Campello.
La mar, el mar, que tormento,
y pisar la calle del mar,
sin soltar ningún lamento
sabiendo lo que hay que amar.
Buscando por las esquinas
las placas anunciadoras,
mientras suenan las bocinas
de las prisas vengadoras.
El Campello me emociona
con sus brisas marineras,
y su gente se ilusiona
con sus playas y palmeras.
G X Cantalapiedra.
El Campello de Alicante
siente la mar en su entraña,
su paisaje es el constante
de nuestra querida España.
Ciudad con sombras marinas
y sus barcos pescadores,
entre frases tan divinas
que van despertando amores.
Voy recorriendo sus calles
con adornos marineros,
pero falta algún detalle,
viendo esquinas sin letreros.
Calle del mar sin sus placas
con olores salineros,
allí no existen barracas
ni mundos aventureros.
El mar se siente en la noche
como el más fiel compañero,
no se puede hacer reproche
aunque falte algún letrero.
Los sentimientos me inundan,
en ese ambiente tan bello,
los nombres buenos abundan
en los bares de El Campello.
La mar, el mar, que tormento,
y pisar la calle del mar,
sin soltar ningún lamento
sabiendo lo que hay que amar.
Buscando por las esquinas
las placas anunciadoras,
mientras suenan las bocinas
de las prisas vengadoras.
El Campello me emociona
con sus brisas marineras,
y su gente se ilusiona
con sus playas y palmeras.
G X Cantalapiedra.